Sal de colores

Ya el año pasado por el día del padre, nos negamos, bueno me negué, a pasar por un centro comercial y sucumbir al consumismo, comprar una camiseta un pantalón, pijama etc....me parece que los detalles son buenos, y que ningún día es malo para tener un detalle con los que quieres. Y os lo cuenta una, que es cero detallista, que odia regalar, me lleno de inseguridades, y nunca hay nada que me parezca apropiado, quizás por eso ..... La excusa perfecta.
Hay algo mejor que un regalo hecho a mano, algo a lo que les ha dedicado tiempo.
Os cuento que el mejor regalo que me han echo nunca es un álbum con fotos (cuando aún no existían los álbumes ni las fotos digitales, que una ya tiene una edad! Ja ja!), me hizo tanta ilusión que no podía dejar de llorar, no sólo por lo inesperado sino porque me emociono imaginar todo el tiempo y dedicación.

Así qué un año más, mi princesa y yo hemos echó un regalo para el día del padre.

Aquí doña basurilla, todo me vale, no tiró nada, como dice mi madre "quien guarda halla", tenía una botella de agua de un bar que me pareció bonita, que podría usar para algo, y me la había traído hacia muchos meses y .....ya tenía utilidad. Un bote de sal de colores.

Sal, tizas y la botella, simple simple!
Ponemos sal en un folio, y vamos frotando con la tiza de color hasta que toda la sal queda coloreada, con el folio a modo de embudo lo pasamos a la botella, haciendo montañitas y así con todos los colores. Cuando la botella está llena le pusimos un trozo de papel de cocina y la cerramos.

Vamos no hacen falta muchas explicaciones porque no creo que exista alguien en el mundo que no haya echo esto en su infancia.

Tenía un lazo de una caja de bombones...ya os digo doña basurilla, y ha quedado la mar de mono. Y le hicimos una tarjeta con sus letras, unas enormes y otras enanas. Mi princesa se encargó de guardarlo muy bien para que papa no lo vea. Sólo por ver y vivir la ilusión con la que ella lo ve y lo vive merece la pena. Así qué animaros!